El gris vice de Lacanna se fue, nadie lo va a ir a buscar. Eso no nos preocupa. Chicago tiene una larga nómina de personajes que estuvieron un tiempo rasgándose las vestiduras, gozaron de una efímera fama y luego desaparecieron de la misma forma en que llegaron.
Estas conductas no las podremos resolver inmediatamente, porque mientras siga este estatuto que tiene 73 años de antigüedad seguirán desfilando ignotos desconocidos como él, con la misma suerte. Lo grave de esta situación es quién explicará la administración de los $18.000.000 que pasaron por sus manos y que nadie sabe en qué se gastó? No hay un solo balance ni asiento contable. Y el dinero de las camisetas del centenario? Se cree que se vendieron unas 700 a $500 cada una y que aún no fueron entregadas, con el pretexto que se recaudaba para la fiesta de los 100 años. Alguien sabe que se hará y donde está ese dinero? Hacemos estas preguntas porque fuentes oficiales comunicaron que la fiesta está postergada y suspendida hasta nuevo aviso. Y la recaudación de las entradas que se vendieron para el histórico evento? Que se va a hacer con todo eso? Nunca imaginamos que llegaríamos de esta lamentable forma a los primeros 100 años de vida de nuestra gloriosa institución.
El presidente Lacanna dijo que iba a hacer la denuncia policial de los violentos que robaron al plantel, cuerpo técnico, directivos y allegados. La hizo? Dónde, en qué juzgado o comisaría? Nadie sabe nada. La incertidumbre es total. Pareciera que la gente fue la única que hizo preparativos, pintando paredes, organizando caravanas y creando el clima festivo que inevitablemente deberán verse postergados por este grado de inseguridad absoluta instalado por la incapacidad y la desgobernabilidad de Lacanna y compañía. Hoy Chicago está administrado por un Comisión Directiva casi desintegrada, con un quórum ficticio (muchos dirigentes hace meses que no aparecen), con fracasos futbolísticos, con la “barra” oficial ocupando el Poli, llena de juicios y al borde del abismo.
Si queda un átomo de sentido de sentido común, Lacanna debe convocar urgente a las agrupaciones para buscar una solución entre todos porque ya se le está terminando el margen de maniobrabilidad para sostener esta situación y para que no termine con un final peor. La soberbia, el sectarismo y la inoperancia de esta CD han desatado el desastre. Sólo queda un último gesto de llevar este barco a un destino de pacificación y tranquilidad, para que podamos empezar a reconstruir el club entre todos los que queremos bien a Chicago. Otras vez nos ganó la frustración.